Surgido de uno de los encuentros de este año, el tema busca
ir hablando solito, poco a poco.
Van unas líneas.
El problema surgió hace tiempo y allá lejos, como un
infortunado error cuando el Señor dijo “sois
(el Señor dice “sois”, y que!!) libres de hacer los mierda queráis”.
Después no era tan así…
“que podéis hacer
todo, menos comer de aquel bello arbolito….”
“que podéis elegir
libremente, pero siempre y cuando no me fastidiéis….”
Y después nos “sodomizo” y “gomorreo”
para que tengamos en claro que la libertad no es fantástica.
De ahí en adelante la “libertad”
paso a ser lo que aun es, “un velo de
Maya”, un espejito de colores que se entrega a cambio de nada. Porque no
significa nada.
Ya Marcase al intentar una definición de la sociedad regida
por el “principio de la realidad”,
se explayo largo y tendido sobre lo que significa una “libertad restringida”.
Una libertad donde solo algunos deciden que es lo que se
restringe, y para quien caben las restricciones.
Una libertad “restringida”
puede ser cualquier cosa, menos libertad.
Es interesante ver como el capitalismo ha hecho un culto de
la idea de “libertad”.
Solo de la idea.
La libertad como “fetiche”.
Nunca de las personas.
A menos que consideremos que las personas son “cosas”, y entonces si podemos aceptar
vivamente el paradigma propuesto por la burguesía.
El capitalismo propone eso.
La libertad como movimiento.
Una libertad de movimiento de cosas.
Cuya cúspide seria el libre movimiento de personas como
cosas.
Como mera fuerza de trabajo en movimiento.
Un movimiento que gracias a la tecnología, ya ni siquiera
necesita que las personas se “muevan”
realmente.
Su fuerza de trabajo puede ser explotada “in situ”.
En algunos casos, en su propio hogar.
“te llevamos el
capitalismo hasta tu casa”, bien podría ser el slogan del nuevo milenio.
Lo que me llama la atención es que los burgueses, que
canonizaron el ideal burgués, tenían otra idea de lo que significaba la
libertad.
O al menos la intuyeron.
O no se dieron cuenta que la intuían.
La “libertad” es
inseparable de la “igualdad”.
Así como la física empezó a ser lo que es después de asumir
que el espacio-tiempo es un par indisoluble, las ciencias sociales deberían
entender que “libertad-igualdad” son
dos aras de la misma moneda.
Son algo mas que “libertad
+ igualdad”.
Son algo más que las sumas de las partes, porque no son
partes.
Son un todo.
No hay libertad sin igualdad.
No hay igualdad sin libertad.
“Liberte et igualitet”, decían los jacobinos.
“ved en trono a la
noble igualdad… libertad, libertad, libertad”, decía el trío pop mas famoso de la historia musical
argenta, Parera, Guido y Spano.
Los bolches no lo vieron y se quedaron con una fracción.
Con un pedacito de igualdad que no podía terminar en otra
cosa que no fuera desigualdad.
Los burgueses se asustaron de lo que ellos mismos pensaban.
Y para resolverlo le enviaron al nuevo mundo (burgués, of
course) la estatua mas frígida desde que se invento el mármol.
Convirtieron a la libertad en “la estatua de la libertad”.
Convirtieron a la libertad en algo inmóvil, duro, solitaria.
Perdida en una isla como si fuese otro de los personajes de
Lost.
Lejos de todos.
Como debe ser para un buen burgués.
Recomponiendo…
Si nos queda un resabio de “libre albedrío” quizás haya que ponerlo en la reconstrucción de la
“libertad-igualdad”.
Siendo capaces de generar ante cualquier necesidad la
posibilidad de presentar verdaderas opciones que igualen la libertad de
elegirlas.
Duro y difícil, como culo virgo, es la tarea.
Lentísima.
Con mucha saliva y mucha mano previa. (Leer como una
metáfora de “muchas palabras y mucho
trabajo”).
Pero… no
llevamos 3.800 millones de años equivocados?